¿PORQUE JESUS MURIO EN LA CRUZ?¿Alguna vez te has preguntado por qué Jesús, el Hijo de Dios, tuvo que morir crucificado? ¿Por qué no pudo morir de alguna otra causa menos dolorosa? ¿Por qué no pudo morir de vejez?
Lo cierto es que en el mundo se tiende a dar por hecho esta situación, pero no se reflexiona sobre ello.
Vemos los tradicionales filmes de “semana santa” con mucha emotividad, observando cómo Jesús sufre tormentos en manos de hombres pecadores hasta llegar a la muerte en la cruz.
El mundo sabe menos lo que sufrió Cristo, o sea, se conoce el “como” de su sacrificio, pero hay un gran desconocimiento en cuanto a lo más importante: el “porqué” de su sacrificio, esto es, su propósito.
Ante esto, la Palabra de Dios nos dice que era necesario que Jesús hiciese todo lo que hizo:
“Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.”
(Lucas 24:7)Hay una condena sobre la humanidad Por causa del pecado, el mundo está condenado y bajo el maligno:
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”
(Romanos 3:23)“Sabemos que somos de Dios [cristianos], y el mundo entero está bajo el maligno.”
(1 Juan 5:19)La sentencia de la condena es la muerte:
“Porque la paga del pecado es muerte
…” (Romanos 6:23)
Por lo tanto: Hay una condena por causa del pecado cuyo pago es la muerte. Como todos hemos pecado, toda la humanidad esta condenada a sufrir eternamente en el lago de fuego. O sea, ninguno puede entrar al cielo!Pero como Dios es misericordioso, nos proveyó de un modo por el cual pudiésemos ser salvos de la condenación eterna. Y nos dio un salvador, y ese es
JESUCRISTO .Necesitamos un salvador que nos quite esta condena
“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”
(Mateo 1:21)¿Cómo nos salva?
Para salvarnos, él mismo tuvo que pagar nuestra condena, esto es la muerte. No se podía deshacer esta condena; alguien debía pagarla.
Jesús nos amó tanto que él mismo puso su vida por nosotros.
¡Él pagó nuestra cuenta!
¿Y por qué no pudo morir de esa forma? ¿Por qué tuvo que derramar su sangre?Jesús no pudo dar su vida de otra forma sin derramar su sangre.
Esto es porque la sangre de Cristo tiene el poder de purificar y de limpiar los pecados de todos aquellos que se acerquen a él:
“Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión [perdón].”
(Hebreos 9:22)“pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”
(1 Juan 1:7)Si Jesús no hubiese derramado su sangre, si yo me arrepiento de mis pecados, no tendría perdón, porque para eso se necesita la sangre.Por lo tanto, si aceptamos a Cristo como nuestro Señor y Salvador,
ya fuimos limpios y libres del pecado y de la muerte:
“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
(Romanos 6:22-23)
¿Y tú? ¿Ya fuiste limpio de tus pecados?La pregunta obvia es: ¿Eres limpio de tus pecados por la sangre de Cristo?
¿Aceptaste a Cristo como tu Señor y Salvador?
Esto es muy importante, pues si no eres limpio de tus pecados, no podrás entrar en el reino de los cielos.
Así que decídete, la sangre de Cristo aún está fluyendo limpiando de todo pecado, haciendo que todas las almas que le reciben sean purificadas y aptas para entrar en su reino.
No hay otra forma. Si yo tengo muchas buenas obras y no he recibido a Cristo, mis obras no me salvarán,
pues aún no he sido limpio de mis pecados.
¿Quieres recibir a Jesús como tu Señor y Salvador?¿Quieres que su castigo de muerte por tus pecados quede saldado con el sacrificio de Cristo en la cruz? ¿Estás dispuesto a servirle? ¿Crees que Dios le levantó de los muertos y ha resucitado, todo esto por amor a ti?Si es así y si lo haz creído en tú corazón, ahora te invito a que lo confieses haciendo una pequeña oración como esta, en donde quiera que te encuentres (no tiene que ser necesariamente textual):
Dios, he leído tu palabra y reconozco que soy un pecador(a). Te pido que perdones todos mis pecados, creo que Jesucristo murió y resucitó para limpiar mis pecados con su preciosa sangre y darme vida eterna. Estoy dispuesto a dejar mis pecados, te invito para que vengas a mi corazón y me transformes para vivir para ti. Señor Jesús, te recibo como mi único Señor y Salvador personal.Gracias por recibirme como tu hijo(a), gracias por darme vida eterna desde este momento, en el nombre del Señor Jesús, Amén.Si hiciste esto, pues ¡Ya eres salvo! La sangre de Jesús ha actuado por la fe para limpiarte de todos tus pecados, y con ello, has iniciado una nueva vida. ¡Nunca mires atrás y sigue adelante!Dale gracias a Dios por su gran misericordia, pues nos ha limpiado de todos nuestros pecados que nos condenaban y ha pagado toda nuestra deuda… ¡Gracias!